Parémonos solo un momento a pensar en todas las costumbres y rituales que seguimos en nuestro día a día sin plantearnos ni el origen ni el por qué lo hacemos. ¿Cuál es el motivo por el que llevamos flores a los difuntos, vestimos de negro como señal de duelo o guardamos un minuto de silencio cuando queremos rendir homenaje a alguien que ya no está con nosotros?

La mayoría seguimos estas costumbres que se han ido afianzando en nuestra cultura sin plantearnos siquiera cuándo surgieron y por qué. Es el caso del minuto de silencio, un testimonio de solidaridad y dolor que desgraciadamente es cada vez más usual en nuestro entorno. Lo vemos casi a diario antes de un partido de fútbol, después de un accidente trágico o un atentado terrorista. Pero, ¿lo utilizamos correctamente o está perdiendo su significado original cuando lo llevamos a situaciones y lugares en los que no tendría que usarse?   La respuesta es sencilla: está bien usado siempre que lo hagamos con el máximo respeto y decoro.

El silencio ha sido históricamente una manifestación de respeto a los difuntos en numerosos lugares, culturas y religiones. Ponerse de pie, quitarse el sombrero, bajar la cabeza, rezar o meditar, se ha hecho siempre en un ambiente de recogimiento y silencio. Son normas del protocolo y de educación que, si bien son siempre reconocidas, lo son aún más en situaciones de duelo o en los homenajes a personas fallecidas. Y en este ámbito, el funerario, el minuto de silencio es el gesto más generalizado en los países occidentales para simbolizar el luto y la solidaridad colectiva ante un accidente, una catástrofe o el aniversario de un fallecimiento, ya sea antes de un partido de fútbol, en el pleno de un ayuntamiento o en la plaza de una de nuestras ciudades.

¿Cuándo se guardó el primer minuto de silencio?

El minuto de silencio se usa desde hace más de un siglo, aunque en un principio fueron hasta 10 los minutos que se guardaron para conmemorar la muerte de personas ilustres y ha sido el paso del tiempo el que ha regulado esta práctica reduciéndola a solo un minuto. Parece que la fiebre por la optimización del tiempo y la prisa como estilo de vida han llegado también a los símbolos de respeto y homenaje, y hoy día nos resulta impensable paralizar nuestra actividad durante diez minutos sin que creamos que se va a acabar el mundo.

La historia mas generalizada para explicar su origen es la que nos lleva al final de la I Guerra Mundial, así lo reflejan la mayoría de las referencias bibliográficas que lo sitúan en el año 1919, aunque el primer minuto de silencio para conmemorar la muerte de una persona se llevó a cabo siete años antes en Portugal. Y como adelantaba, no fue un minuto, sino diez los que los senadores lusos suspendieron la sesión del 13 de febrero de 1912 y mantuvieron el más absoluto silencio entre las 14,45 y las 14,55 horas para mostrar sus respetos al fallecido José María Paranhos, barón de Río Branco, ministro de Exteriores. Así se recogía la propuesta en el diario de sesiones del Senado(1): “Propongo que la sesión se interrumpa durante 10 minutos, y que los señores senadores permanezcan en sus escaños y en silencio durante ese escaso tiempo”.

No parecieron tan escasos los diez minutos cuando la práctica se repitió seis años más tarde, en 1918, pero la propuesta fue de solo tres minutos. Fue el alcalde de Ciudad del Cabo, Sir Harry Hands, quien decidió rememorar a los muertos en silencio, y tras la muerte de su hijo en la I Guerra Mundial, instauró tres minutos de silencio el día 13 de mayo de 1918. Finalmente, el propio alcalde los redujo a dos por considerar que resultaban demasiado largos.

Pero vamos a la historia más aceptada y generalizada. Como adelantaba, el imperio británico adoptó esta práctica en 1919 y es la historia del ex soldado y periodista Edward George Honey la más conocida y consolidada. Después de servir en el ejército británico, tras la guerra se afincó en Londres y el 8 de mayo de 1919 envió una carta al periódico Evening News solicitando “cinco minutos de silencio” en honor a los fallecidos en la I Guerra Mundial en el primer aniversario de su fin. Para Honey, la forma en que se celebró el fin de la guerra, bailando y festejando en la calle, no era adecuada para honrar la memoria de las víctimas. Parece ser que la idea llegó al rey George V, le dio el visto bueno y se declaró el día 11 de noviembre como el día de recuerdo para las víctimas de la I Guerra Mundial. Eso sí, no fueron cinco minutos como solicitaba el ex soldado, sino dos los que se guardaron en el primer aniversario.

Como sabéis, esta costumbre se ha ido generalizando, aunque en la actualidad suele ser solo un minuto el que se guarda ante la muerte de una personalidad pública, un accidente o una catástrofe natural, pero no está regulado formalmente y quizá debería estarlo para evitar versiones libres y desafortunadas, desacordes con las situaciones de duelo en las que suelen llevarse a cabo.

Como hemos dicho, en más de un siglo ha evolucionado de 10 minutos a uno, pasando por los dos que se guardaron en Ciudad del Cabo en 1918 y los cinco que solicitaba Honey para homenajear a los fallecidos en la I Guerra Mundial. Pero parece ser que en algunos casos sigue pareciendo poco el minuto que se ha instaurado para la mayoría de los casos. Por ejemplo, en el homenaje a las víctimas del accidente ferroviario del tren Alvia en Galicia, en julio de 2013, se guardaron 5 minutos de silencio, al igual que en algunas ciudades como Cambrils, Sevilla, Ceuta o Huelva, como repulsa por los atentados del 17 de julio de 2017 en Barcelona.

 

¿Se utiliza en todas la culturas o solo en los países de nuestro entorno?

Es una práctica generalizada en los países occidentales y podemos ver manifestaciones de este tipo en muchas otras culturas, pero hay excepciones. Muchos de nosotros recordaremos la polémica que desató el hecho de que los jugadores de Arabia Saudí no respetasen el minuto de silencio previo al partido de fútbol ante Australia cuando la federación de este país quería homenajear a las dos víctimas australianas en los atentados de Londres.

¿Se puede considerar una falta de respeto que algunos de los jugadores siguieran haciendo ejercicios de calentamiento como si nada mientras todo el estadio guardaba homenaje a los fallecidos? Los saudíes respondieron a las críticas explicando que en el país árabe nunca se llevan a cabo este tipo de homenajes por una cuestión cultural. Sin embargo, existen varios precedentes en los que equipos de Arabia Saudí han participado en minutos de silencio, como el encuentro que el Barça y el equipo saudí Al-Alhi disputaron en diciembre de 2016. Incluso se han organizado manifestaciones de este tipo por el fallecimiento Abdullah bin Abdelaziz, rey de Arabia Saudí, tanto en un partido de polo como en el campeonato del mundo de balonmano celebrado en Qatar.

¿Está bien utilizado cuando no se homenajea a personas fallecidas?

Sigue la polémica cuando el minuto de silencio no se utiliza como signo de duelo y homenaje a personas fallecidas. El caso más actual es el del comienzo del partido de baloncesto Barcelona-Olympiacos de Euroliga en el que se guardaron cinco minutos de silencio como apoyo a un Gobierno cesado. Sin duda, y sin entrar en temas políticos que no corresponden en este artículo, no es el caso del minuto de silencio del que estamos hablando. Nos referimos al minuto de silencio como un homenaje más de los que históricamente se han manifestado usando gestos muy diferentes dependiendo del lugar, la cultura o la religión. Algunos de ellos se hacen en silencio y otros muchos son sonoros como las salvas o las campanadas.

Habrá oportunidad para hablar de ellos.

 

(1) http://debates.parlamento.pt/catalogo/r1/cs/01/01/02/039/1912-02-13/2

Francisco López, Experto en Protocolo Funerario